(Adaptación de un antiguo chiste)
Un día, un hombre que pedía limosna se dirigió hacia la ventanilla de un lujoso automóvil que estaba detenido en un semáforo, y ocupado por un elegante y próspero caballero.
Allí se entabló el siguiente diálogo:
- Señor, ¿podría prestarme diez euros para comer?
- Pero, ¿no te los irás a beber, verdad?
- No señor, nunca en mi vida he bebido alcohol.
- Entonces, ¿te lo vas a gastar en tabaco?
- No señor, no fumo, ni nunca lo he hecho.
- Ya, te los vas a gastar mejor jugando y apostando con otros…
- De ninguna manera. Nunca juego ni apuesto nada.
- ¿Se los piensas dar a una prostituta, acaso?
- Jamás he tenido relaciones con ninguna mujer que no fuera mi novia, convertida luego en mi esposa, hasta que me abandonó.
- Entonces toma, no diez, ¡sino cien euros!, pero vente a comer a mi casa. Quiero invitarte a una buena comida casera y así podrás ahorrarte los cien euros.
El pordiosero, sorprendido, sube al impresionante coche y ya en camino pregunta:
- Oiga, señor, ¿no se enojará su esposa al ver llegar a alguien como yo y que se siente a la mesa a comer?.
- Probablemente sí, - contesta el rico - pero valdrá la pena.
Tengo interés en que vea en qué se convierte un hombre que no bebe, no fuma, no juega, ni se va de putas.
miércoles, 23 de abril de 2008
La limosna
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jaja
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