domingo, 27 de abril de 2008

La bestia indomable

Estaba acostado en la cama en ese momento de comienzo de siesta, cuando siento que algo se me dirige a mí, y abro los ojos y ahí está, de frente delante mía, preguntándome.

- ¿Qué?,  y yo que le digo

- ¿Qué de Qué?,  y me miraba así como diciéndome,

- ¿No me irás a dejar así?,

- ¿Cómo?, pregunté yo, - hasta ahí podríamos llegar, que me he tumbado un ratito para descansar, entiendes, bastantes líos tengo ya en la cabeza con mujeres, como para encima pensar ni siquiera un momento en ti.

-Además no te quejes que ya sabes como te pones cuando estamos en la ducha y te lavo con cariño, así que no pidas más.

Y nada es como si hablara con la pared, erre que erre, ahí fija, mirando entre ceja y ceja, me dice

-¿Te crees que por cumplir con el baño diario es suficiente?, necesito más.

- Lo que me faltaba por oír; y yo que ¿no necesito nada?

-Allá  tu y tus neuras, me contesta, -pero yo necesito algo más que esos cariñitos cuando me lavas.

-Pues sabes que te digo que ¡NO!, que a dormir, que así la próxima vez lo pillas con más ganas.

- ¡Joder!, rechista, da un par de golpecitos, yo ni caso, me doy la vuelta, y al final agacha la cabeza y nos quedamos dormidos.

Se que durante el sueño, intentó despertarme varias veces, pero no me dejé, y eso me ayudo a tener un sueño muy bonito y dulce y tranquilo,  me desperté de la siesta y pensé, ¿tan difícil es hacer los mismo en la vida real, en la calle, en otras situaciones?, ese autocontrol se puede exteriorizar…, trabajaré en ello, por cierto, sí, también se levanto mirándome fijamente entre ceja y ceja pero esta vez no hubo conversación.

1 comentario:

  1. Las reacciones del super ego son algo así como un gas irreprimible, no? No deja estela pero abulta.

    ResponderEliminar